viernes, 22 de octubre de 2010

Aquí nadie abandona nada



Acaba de ocurrir un hecho relevante el cuatro de diciembre del 2005. Una forma de hacer política en el planeta acaba de pasar a la violencia, se decidió por abandonar las formas democráticas y pasar directamente a la guerra.
Algunos analistas han dicho cualquier cosa para intentar tapar el sol con un dedo; están atónitos, unos inocentes, por no decir ignorantes, dicen no comprender como es que los partidos de la oposición abandonan la arena democrática. Señores, aquí nadie abandona nada, y mucho menos esos gálfaros, que toda la vida lo que han hecho es actuar criminalmente. La lucha de clases es despiadada, sea de la forma que sea que esta se manifieste; unas clases pierden el poder, otras lo ejercen; pero quienes lo pierden, no lo dejan tan fácilmente. Como ejemplo veamos lo que ha pasado después de 1998, cuando los desposeídos asaltamos con los votos el palacio de Miraflores: 150 campesinos muertos a manos de sicarios pagados por los terratenientes en distintos estados del país; un golpe de Estado dirigido por los dueños de medios y los banqueros, con varios muertos obreros y obreras; un paro petrolero de 60 días conducido por los amos transnacionales del petróleo, unas guarimbas, todas ellas con muertos de por medio; toma de la plaza Altamira por estamentos militares tradicionales, con sus muertos, atentados petroleros, colocación de explosivos en distintos puntos del país, invasión de paramilitares; decisión política de asesinar al Presidente, con evidencias contundentes, campaña brutal contra el Estado; campaña internacional en desprestigio del accionar revolucionario y su liderazgo; campaña propagandista destinadas a fomentar el odio de clase, en la burguesía y la clase media; asesinato del fiscal Anderson y por último, en este diciembre, retiro de las elecciones y vuelta a poner en práctica la violencia.
¿Quién dirige esta orquesta?, ¿Una mano misteriosa?, ¿Un extraño sortilegio? ¿La mano pelua?, ¿Superman?, no señor, nada mas y nada menos que las transnacionales y su muy bella oligarquía, quienes arrastran tras de sí a una clase media, aterrorizada por creyona; creen que le van a quitar el apartamento que nunca terminarán de pagar, el carro y el patio e bola que tienen en el interior, donde van a pasar el fin de semana.
¿Qué ha pasado? es sencillo; se ha derrotado una vez más a las transnacionales y sus franquicias políticas; hay una debilidad que no les permite recuperarse de tantas batallas perdidas, por eso ellos han pasado a la fase de la guerra abierta, el famoso plan «B» que no es más que la patada a la mesa y pelar por el revolver.
A eso nos enfrentamos como pueblo: al saboteo permanente; a una nueva batalla mediática de gigantescas proporciones a nivel internacional; a acciones de guerrilla las cuales requerirán una respuesta organizadamente masiva, que no puede darse por vía de las organizaciones tradicionales ni por los métodos conocidos; requerimos de la enorme creatividad colectiva; necesitamos comprender que estamos a la ofensiva y no a la defensiva; es tarea colectiva avanzar y profundizar en el proceso; necesitamos entrar en acciones y debates que fortalezcan nuestras posiciones, que desarrollen nuestra conciencia, en función de avanzar y debilitar aún más a las fuerzas que se oponen a la construcción de un nuevo país.
La abstención es de verdad una consecuencia
Hemos escuchado y leído a muchas personas doctas en filosofía y en política (ni son doctas ni filósofas ni políticas, sólo son propagandistas) esgrimir el manido argumento de la abstención, como causante de la derrota cibernética del gobierno, es decir lo que jamás ocurrió.
Una vez más se dice lo que se quiere que se crea que es, pero que todos sabemos que no es; como cuando a uno le dan una coñaza y sangrando dice, lo jodí ¿Y ese ojo inchao? ¡A traición!
Que se sepa; la abstención es producto de la dictadura que ejercen las clases poderosas; es una consecuencia de la expulsión de millones de seres en desecho, del aparato productivo; no es una decisión a conciencia, (toda regla tiene su excepción, para que no me vengan con el argumento del doctor Domingo Alberto), porque de otra manera hace años el capitalismo sólo sería un triste recuerdo en nuestras vidas y en la de todo el planeta, amén y que así sea, con cursilería incluida.
Al ser derrotado una vez más el establisment, una manera de armar y sostener el andamiaje jurídico del poder se ha debilitado enormemente; una idea de país se desvanece, la idea del país mina, del país saqueo, del país imitador. Quienes lo sostenían sienten que alguien se los ha robado, y en vista de que no pueden ordenar y mandar desde la asamblea, que no pueden sabotear, que no pueden torpedear, que no pueden mantener las leyes que los privilegian, ni mucho menos evitar que se aprueben nuevas leyes favorables a los vientos de cambio, entonces se van a la guerra.
Ahora toca a los nuevos miembros de la asamblea, comprender a fondo el problema de la abstención, es la herencia que nos dejó el capitalismo, millones de obreras, campesinas, campesinos, obreros, en estado de miseria.
Bienvenidos a esta nueva batalla, señores de la asamblea
No somos números, ni votos, ni estadísticas, somos personas de carne y hueso; somos el ochenta por ciento de la población, que queremos participar en la construcción del nuevo país, porque el mina, el imitador, el saqueado, fue el que nos produjo y nos dejó como herencia el capitalismo.
Fuimos los mismos que no votamos cuando AD y COPEI mandaban; somos los que estamos con el Presidente Chávez, no se olviden; después no vengan con el cuento de que no se lo dijeron, no crean lo que están diciendo los propagandistas del imperio.
De ahora y en adelante no bastarán los discursos grandilocuentes sobre: «El poder para los pobres» «La organización popular» y muchos otros clichés, que hace mucho se tornaron demagógicos, recuerden, ya lo dijo el Presidente Chávez, «Acción Democrática fue un partido de masa y miren en que terminó, mírense en ese espejo» y agrego yo, no cualquier partido de masa, fue quien dirigió la política del país durante sesenta años o más.
Por eso, no son bolsas de comida, ni arreglo de ranchos, ni mejor atención médica, ni arreglo de escuelitas en el barrio, ni perseguidera de malandros, ni recogedera de basura, (que no negamos debe hacerse en un plano de esta revolución, pero ese no debe ser nuestro Sur). Necesitamos es un nuevo país, construirlo entre todos, ese trabajo es vital, es histórico. Una vez más, hemos cumplido, no queremos que nos den nada, que nos paguen por favores recibidos, sólo queremos que ustedes contribuyan a diseñar el país que soñamos. Deseamos que masifiquen el conocimiento de los problemas, para nosotros poder participar en las soluciones; no queremos que nos sigan dando recetas y programas que nos convierten en conejillos de investigación; nosotros estamos dispuestos a seguir aquí, aquí nuestros hijos, aquí nuestros nietos, POR FAVOR, NO HAGAN COMO LOS ANTERIORES, que siempre nos mandaron funcionarios para educarnos, someternos, vigilarnos, organizarnos para que votáramos por ellos; no queremos votar por otros, queremos es construir un país que nos permita votar por nosotros, hablar como nosotros, comer como nosotros cuando seamos otro país.
Tener la mayoría no significa nada, cuando por un lado las clases poderosas han declarado abiertamente la guerra, y nosotros los pobres no estamos dispuestos a soltar la presa. Estamos en ofensiva.
Hermanos actúen en consonancia con la historia, no se dejen llevar por lo ilusorio, sean hombres históricos y no anecdóticos. Como dijo Bretch.

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