viernes, 22 de octubre de 2010

Veámoslo nosotros a él


I
Señoras y señores, buenas noches a todos, les desea el circo del capitalismo, quien ha llegado a su última función, prepárense, para presenciar lo nunca visto, la dictadura mas grande del mundo, el estúpido mas estúpido, de todos los estúpidos está ante ustedes, completamente desnudo, ha llegado el cadáver.
A finales del siglo diecinueve, los grandes monopolios se dieron cuenta que la excesiva acumulación de capital les llevaría aceleradamente a su desaparición; crearon la ley anti monopolio, pero no bastó, y sobrevinieron dos grandes guerras mundiales en el siglo XX; después se incorporó masivamente la mujer al trabajo, directamente, y su doble explotación les reportó un gran respiro.
II
Pero que va, ya no hay ley que valga, sólo queda la dictadura en vivo y en directo,
Un solo Estado policial, una sola Halyburton para todos, una sola family, un solo contrato y que viva la raza superior; todas las guerras están justificadas, el precio soy yo, el mercado soy yo, la oferta y la demanda soy; yo soy la cultura y el pensamiento único.
III
Todo lo que nace muere, a caracha, si esto es así y como que es, esta dictadura no es más que como dicen en mi pueblo, cuando el enfermo no puede morir «caldo e pichón para bien morir». Digo esto, porque, por un lado las transnacionales se megafucionan, la O.N.U, se reduce a un grupo de mandamás, los ejercitos de los grandes se unen para invadir a los pequeños sin permiso de nadie, aunque nunca lo han necesitado; y por otro lado, como el cuero seco, los pueblos se levantan por todas partes, se unen, se organizan y proponen otra manera de vivir. Como dijo la Biblia: «dejad que los muertos entierren a sus muertos», nosotros vamos a la vida. ¡Salud! Pensemos otro mundo social, nos toca a todos; pero no descuidemos las tareas del presente, el cadáver todavía es peligroso en su derrumbe, no nos pongamos donde nos vea, veámoslo nosotros a él.
I
Carta para
mí que soy usted
Hablo desde mi mismo y me comprendo.
Nací en días de morir
lo sé y no me duelo
Está en mí ser digno
aun en lo definitivo.
He despertado de quinientos años de letargo
para no dormir nunca más.
Estoy naciendo otra vez
entre los vivos y los muertos.
Aquí estoy, ya no como sombra sumisa,
sino en cuerpo presente, con voz propia.
Soy el que soy, no otro,
el pueblo, el anónimo, el más pobre de todos,
el mago creador de las riquezas, los credos, el arte.
El descifrador de los signos en todos los tiempos.
Aquí estoy desnudo y pleno
en las calles de esta revolución planetaria
todos me ven, ninguno me comprende.
Soy luz de luz, oscuridad total.
Me escondo en el tumulto,
pero tengo nombre, tu nombre.
Puedes llamarme, Guadalupe o Julio,
Antonio, también Dilia o Pancho o Quevedo.
Soy quien dirige la orquesta, nadie lo sabe.
El enemigo me cree su enemigo,
me condena, me estigmatiza, me teme,
Yo que lo he alimentado, lavado, planchado,
y aliviado en su carencia sexual, no me conoce.
Yo que le conozco no quiero ser como él,
no está en mí el odio, la rabia,
el hambre, ni la miseria,
necesarias para ser contrarios,
aunque vengo de otros
cargados de látigos como única vida.
No quiero ser el que soy.
Me cansé de ser burro, bestia,
animal de carga, semental.
Ahora quiero ser yo gente,
de ahora y para siempre gente,
con nombre y conciencia
de haber nacido en el inicio de esta historia,
mi historía, nuestra historia no la de otro.
II
No se confundan, no piensen que la poesía
puede ser guardada en un archivo,
registrada en una factura,
cargada en una carpeta, estampada en un papel,
está viva, va conmigo en las manifestaciones,
es asamblearia,
se enerva ante la injusticia,
no se cala la maldición de los que dicen amarme
y me limpian el lenguaje, me lavan la cara,
me visten y cuando ya creen que soy idiota
y amo la hipocresía, olvidan que sé
que mis amigos, son el enemigo más cercano.
Véanme bien, no me escondo
y no tengo mensajes cifrados,
voy teñido de sol y sombra. La poesía
que me abraza lo sabe y como loca que es,
camina conmigo al encuentro de lo distinto,
a la superación de la cordura,
al desbaratamiento de este mundo que aprisiona.
Que se jodan los cuidadores del orden,
los buscadores de cargos, los maquilla tragedia,
fueron advertidos,
Todo, todo, absolutamente todo,
será arrazado por el huracán revolucionario.
Sientan en sus cuerpos el carcomer de los gusanos,
y a Ustedes los como yo,
los que nunca hemos sido poder, ni lo deseamos
¡salud! porque vamos a la vida.

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