viernes, 22 de octubre de 2010

¿Hasta cuándo la escuela y el privilegio?


Dejemos los títulos para los nobles muertos.

Cada momento histórico la sociedad se ha dado la escuela que necesita.

La escuela ha ido copando como un cáncer los estamentos de la sociedad que le ha creado, regurgitándose en sí misma la sociedad y la escuela, para que no quede duda, por si acaso te queda algo en tu morral positivista; qué tal Simón, de ahora y en adelante no nos pasan más estrai por bola, nos vamos a dar duríiisimo; porque el problema fundamental de los cambios históricos está en saltar por encima del pensamiento muerto sin temer al que dirán, ni lo que piensen nuestros amigos del contri así sean de izquierda o de la ultra de cualquier parte, porque ahora sabemos que ellos no han pensado nunca, todos sus libros se los empaquetaban en las europas y ahora en las cajitas felices de macdonald; qué tal paisano y nosotros que creíamos como los propios pendejos en el doctor, y el doctor no sólo se sobaba un diente sino toda la plancha.

No continuemos formando privilegiados, la escuela no puede seguir siendo un centro para la producción de titulados. Este privilegio se vende, se comercializa desde el prematerno, por tanto se obliga a todo el mundo a gastar hasta el último churupo que tiene, comprando o alquilando togas y birretes para niños que aún no saben ni hablar, pero como saben exigir y consumir su hallowin de centros comerciales en la escuela; dirigidos por los directores, jefes de zonas y maestros; repitiéndolo en las universidades, como una copia al carbón del mercado, del Fondo Monetario de la Educación Mundial, sin que ningún ministerio intervenga, porque así son las leyes del mercado, dejar hacer, dejar pasar, salvaje o educadamente.

¿Qué pasará en una sociedad en la que todos reclaman derechos y ninguno tiene deberes?, ¿Qué pasará en una sociedad que evade sus responsabilidades, endilgando derechos a todos los gremios, grupos, minorías o individualidades sin asumir su responsabilidad? ¿Qué pasa si lo que estamos es exigiendo derechos burgueses al consumo?

La búsqueda del derecho en una sociedad que por naturaleza y no por maluquesa, los ha negado, no es sino sinónimo, de búsqueda del poder que en ella se ostenta; es la búsqueda de la inclusión en un aparato, que nos ha expulsado, y repito no por maluquesa sino porque no puede sostenernos, ¿ustedes han visto que la sociedad expulse a los ricos, o expulse a quienes la dirigen?. Tomen en cuenta que entre ellos, a nivel de delincuencia, el que menos puja, puja una traga venao.

El socialismo de carne y hueso debe discutir una sociedad en donde deberes y derechos contraen responsabilidades; ejemplo, es deber de una sociedad responsable, alimentar, vestir, proteger, darle techo cómodo y educar en esa ética a los niños y niñas; esa sociedad debe incorporar éste deber a su intracultura, de manera que no se le endilguen derechos a personas que por su condición de debilidad, no puedan ejercer, caso actual de la LOPNA, donde son adultos que viven de estas leyes; porque no se trata de la ley, sino de una sociedad que en su dinámica productiva, genera relaciones de producción en donde las mayorías son explotadas y por tanto así se pregone, se escriba en una ley, jamás tendrá acceso a las riquezas o bienestar que no sea por la vía de la lotería o robando como hacen todos los ricos. Porque hasta donde sé, nadie se ha hecho rico trabajando.

¿Hasta cuándo carro?
El viaje es inherente al ser, es cultura natural, es una necesidad, ir y venir, conocer; sin embargo el desarrollo del transporte está concebido más como trasladador de riquezas, que esencia para la gente; es más útil para la guerra que para la gente; es más una comodidad para el ego; y por último el transporte se convirtió en un medio más de ganancia, sin importar los grandes daños producido a lo humano y al planeta en general; el planeta hoy es una gran autopista, un vistoso estacionamiento.
Si sumáramos los muertos y daños causados por la producción de automóviles, nos daremos cuenta que en un siglo se ha producido más daño que los causados por las 18 mil guerras habidas en toda la historia del planeta.
En el socialismo de carne y hueso debemos pensar que eso no puede ser una vía, que es necesario diseñar otro sistema de traslado, de viaje; un hombre viaja más a pie, que en automóvil. La nueva sociedad debe resolver este problema; el malbarato de energía por este sistema es incalculable, de hecho, para trasladar a dos personas promedio por automóvil, se requiere la fuerza de ochenta caballos (y no de cualquier burro e Bartolo, sino de ochenta caballos purasangre).

Por supuesto en una sociedad ineficiente esto es perfectamente comprensible, pero una sociedad organizada no se puede dar este lujo. Esta misma manera de andar en automóvil es la que se usa para producir; se usa demasiada energía y material para producir bienes, en el mayor de los casos se desecha el 50%, lo que nos conduce al uso excesivo de energía y material; este derroche no puede ser posible en una sociedad planificada, no importa el nombre que esta tenga.

La vivienda
Toquemos el tema, he visto con estos ojos que se han de tragar la tierra a la hermosa arquitectura llanera, hecha por llaneros analfabetas; he visto la arquitectura realizada por los indígenas ágrafos a todo lo largo y ancho del país, profundamente bella, agradablemente armónica con todo lo que les rodea, sin embargo el gobierno les construye platillos voladores; he visto las más horribles ruinas de cemento en medio del paisaje llanero u oriental o costeño o andino, violentando todo el entorno, pero los tecnoburócratas siguen buscando en el afuera los materiales y los diseños arquitecturales. ¿Qué pasa en el cerebro de nuestras élites burguesas y de clase media que se avergüenzan de vivir en donde viven, que no quieren mirar hacia adentro, que todo lo quieren traer desde afuera. Como le dijo un llanero a un locutor de televisión cuando este le preguntó: ¿Qué cree usted que le hace falta al llano? Y el vaquero en su acostumbrada agilidad mental le respondió «Al llano, al llano no le hace falta ná, ese está enterito ahí donde usted lo ve». Pero nadie quiere darse cuenta, todo lo quieren traer de la China, del Japón de los Estados Unidos, de Colombia, de Brasil. Que triste es un pueblo al que tiene que venir un arquitecto de otro pueblo a construirle sus casas, porque sus élites no comprenden o ignoran que el venezolano pobre siempre se ha hecho su casa y no sólo la de él sino también la de los ricos, de aquí y de otro lado. Se ignora en ese permanente mirar hacia Europa, o hacia cualquier mierda que deslumbre, que sólo los pobres hacen arte, casas, acueductos; siembran, fabrican, crían; pero resulta que las élites gobernantes, antes y ahora, no quieren entender que los venezolanos pobres también hacemos lo mismo que hacen los pobres de otros países; que no necesitamos y muuuucho menos en tiempo revolucionario, que alguien nos haga lo que nosotros de sobra sabemos; pero ahora vuelven con el cuentico de que yo te lo hago, y muchos de los de nosotros también pedimos indignamente como si fuéramos pichones de pájaros, que nos den, dame, dame, dame; en estos días escuché a una señora pedirle al presidente: «nosotros queremos que nos hagan doscientas setenta casas como esas», y me pregunté ¿Cómo que me las hagan?, ¿Quién las hace?, ¿El Presidente, el Ministro, o Nosotros?. La discusión debe concentrarse no en quién me hace, sino cómo lo hacemos; y en eso el equipo revolucionario que tiene el control de los recursos, debe sentarse como uno más a diseñar con todos, el país que se sueña. Así como el presidente se queja de los acartonados tecnoburocratas que planifican las cumbres internacionales, así también nosotros nos quejamos de los tecnoburocratas que pretenden planificarnos la vida en nombre de la revolución. La tecnoburocracia es una plaga mundial que nos atosiga de lo viejo, disfrazada de lo nuevo, ella sólo hace, lo que sabe hacer, joder y cobrar, cobrar y joder y luego pasearse impávidos ante cada metida de pata, como diciendo yo no fui.

No sabe el pobre constructor
de la sombra de los árboles
no puede saber
está muy ocupado
sembrando casas
y edificios
y apartamentos
y carreteras
y estacionamientos
él sólo sabe
de urbanizaciones y de barrios
y cuando le queda tiempo
va al vivero
a la floristería
y compra una mata y una flor
y sino con una de plástico basta
Cuando tiene calor
prende su aire acondicionado
No sabe si los ríos hablan o duermen
si las montañas cantan o caminan
el poderoso constructor
nunca ha contabilizado los ríos y las montañas
trocados en urbanizaciones y barrios
y autopistas y estacionamientos y fábricas
no, seguro no ha tenido tiempo
el buen constructor
Las cuentas de lo acumulado no lo dejan
él sólo quiere heredar construcciones
el no quiere que su familia pase hambre
por eso el acabará con los ríos
y los mares y las montañas
las lagunas rellenará y los lagos vaciará
porque su hambre es mucha
porque su sed es demasiada
sus carencias infinitas
pobrecito el pobre constructor
como se ha sacrificado
el está obligado a desaparecer la noche
su miedo es extremado
él como estrellas colocará bombillos
por todo el planeta
y hará que alumbren día y noche
A quién puede importarle una puesta de sol
a quién un amanecer
Él cuando arrulla a su hijo le canta
te daré una urbanización y una carretera
para que vayas a otra urbanización
Así será el planeta del constructor
con gramas artificiales
verdes muy verdes.
con lagos artificiales
azules muy azules
armónico equilibrado
arquitectónicamente bello
técnicamente perfecto,
llenito de carros
ordenados en sus colas
qué lindo es el planeta del constructor

Financiar el proceso tarea urgente
Para muchos tecnofuncionarios burocratas, promover todo evento es sólo un problema de logística, por lo tanto inmediatamente se consideran eficientes cuando aplican los métodos empresariales, para el alojamiento, la comida, el transporte, el local, los materiales a usar; todos ellos sustentados con el dinero; todo debe ser pagado cueste lo que cueste; el dinero lo resuelve todo; se olvidan que el dinero lo produce la gente, y que si la actividad es con la gente, es la gente la que debe resolver, pero no, siempre se crea una organización exógena, desde afuera, que nunca tiene nada que ver con el evento o la gente; generalmente son escuálidos esenciales que buscan ganarse dinero fácil, no importa qué forma adquieran. Pueden ser cooperativas, o pequeñas empresas, o grandes empresas; en el fondo son lo mismo; el argumento es que necesitamos que sea rápido y eficientemente; los resultados siempre son los mismos, malestar colectivo y embuchamiento de los pocos es una constante. La gente sabe que lo puede hacer mejor; el cuerpo se lo dice, la experiencia; pero quien tiene el poder de decidir no piensa nunca en nosotros; sólo somos el objeto invitado, necesario al evento, para cumplir con los planes, para llenar las estadísticas, para tragar pegostes ideológicos, para recibir informes; somos los de los cinco minutos, los del espérense, los no pidan tanto, los ya se va a resolver, los regañados, los culpables de que los sacrificados líderes lo hagan mal permanentemente.

Molesta la crítica, pero no hay otra manera de avanzar. Sobre los hechos cumplidos, nunca reconocen sus errores o fallas; eso obedece a que tienen la creencia de estarlo haciendo bien, aunque la realidad diga lo contrario; la cosa es muy sencilla, si la gente somos los protagonistas, ¿Cómo es que no decidimos cuándo, cómo, con quién, dónde y el qué de las acciones?

Es posible y perfectamente comprensible que alguien tenga una idea, y que desee manifestarla; si la idea nos involucra, pretende cambiarnos, o dejarnos donde estamos, el sentido común indica que como mínimo se nos invite a discutir la idea, y luego si estamos de acuerdo hablemos sobre la mejor manera de aplicarla; es simple, estamos en proceso de transformación, requerimos conocer el origen y el método de aplicación.

Con la metodología de la cultura que muere no podemos construir la sociedad futura; hay que parir, hay que estrujarse el cerebro. Estamos convencidos que haciéndolo entre todos, nada perderemos y sí mucho ganaremos.

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