viernes, 22 de octubre de 2010

El otro militante, el del corazón colectivo, el de la conciencia fresca


Quienes ambicionan cargos, loas, quienes se creen sacrificados, mártires, quienes piensan que han trabajado mucho por los otros, quienes imaginan que son mas revolucionarios en la medida en que se sometan a penurias innecesarias, esos podrán ser cualquier cosa, menos los pensadores y activistas de estos tiempos.
En estos días ser pensador y activista colectivo, es como tener un fuego, una intracultura, que nos hermana, que nos entraña como naturaleza, que nos pone a pensar siempre en los otros desde el desprendimiento total, nos torna gente, mucha gente, árbol mucho árbol, río en demasía y mar limpio; ser el ser que se requiere, para acometer la gran tarea de reconstruirnos como planeta, como universo, pasa por desprendernos del consumista que somos, del guerrero, del cobarde que nos habita, del hambriento, del ignorante, que hemos reforzado con mitos y leyendas seudo científicas; pasa por deshacernos de la torre de babel informativa, pasa por desnudarnos, por ser cuerpo con cuerpo en la certeza del nunca más la esclavitud que obliga a los hombres y mujeres a someterse a la explotación de las unas(os) por los otros(as).

Hilo de vida

De ellos dios y la virgen
y temen.
De ellos la tierra, el cielo
y se quejan de estrechez.
De ellos el fuego, el aire
y lloran su infortunio.
De ellos la luna, la noche,
y lamentan su infinita penuria.
De ellos los ríos y el mar
y aún lamentan el viaje de los otros.
De ellos todo el calor
pero envidian la pequeña lumbre de las mayorías
De ellos sudor, sangre, producto
y rumian sus carencias.
De ellos espacio y tiempo
y se ahogan en lo angosto.
De ellos empresas templos y dinero
pero su desgracia es grande y sollozan.
En fin de ellos todo lo creado
y se apropian de lo inexistente.
En cambio los hermanos muertos en Llaguno
un hilo de vida
y lo entregaron como río.

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