viernes, 22 de octubre de 2010

Pa mí tú no eres na, tú tienes la bemba colorá!


«Antes, los venezolanos teníamos los ojos como ciegos, no sabíamos quienes eran los dueños del país, como se lo vendían a los gringos, hoy la revolución nos ha hecho ver. Por eso es que los ricos no quieren a Chávez»
Un taxista

A partir de 1989, descubrimos que no éramos un país; que a pesar de tener una constitución, un himno, un escudo y una bandera, sólo habíamos sido una mina conectada a la historia, de Europa primero y EE UU después.

Luego del guarenazo, comenzó un despertar y un desbaratarse de ilusiones, de mitos, de leyendas, que durante la lucha se han ido derrumbando. Hoy, finales del 2005, nos encontramos en plena madurez, lo que nos permite comprender la necesidad de pasar a otra etapa, la de construir juntos nuestra verdadera historia, la que decidamos, sin que nadie nos utilice para su beneficio; y cuando decimos nadie, estamos diciendo los de adentro y los de afuera, los de derecha y los de izquierda, las religiones y las ideologías de cualquier signo, porque por primera vez, tenemos la oportunidad de ser nosotros, de revisarnos, de valorarnos, de abandonar la vergüenza en la que el capitalismo nos ha sumido. Hoy nos toca vernos como descendientes indígenas, africanos, mestizos, pobres, mujeres y hombres. Encontrarnos sin gremios que nos separen, sin partidos que nos obliguen a obedecer de acuerdo con los intereses de los jefes. Tocarnos desde el corazón, sin empalizadas ideológicas, políticas, religiosas, raciales, o de géneros.

Sabernos explotados, es el primer paso para empezar a conversarnos como país distinto, no mina. El lenguaje del explotador nos condiciona a decir sus mentiras. Ejemplo: nos habla de desarrollo y nosotros en revolución. Sin analizar ese concepto, lo aplicamos, no lo analizamos, nadie se pregunta sobre lo que se desarrolla, aunque todos sabemos que sólo se desarrolla lo existente; sin embargo decimos: «Debemos impulsar el desarrollo», sin percatarnos que lo existente es el capitalismo, que el socialismo de carne y hueso todavía no existe, que primero deberíamos construirlo, para luego, si queremos, lo desarrollamos.

En esta misma perspectiva, hablamos de vivienda, salud, educación, deporte, diversión, arte. Sólo pedimos desarrollar su construcción, su fortalecimiento, sus gastos, sus inversiones, sin que sean criticados de manera práctica esos haceres, obviando, que son expresiones capitalistas, instituciones que al ser financiadas reproducirán a largo plazo al capitalismo.

Todo el mundo pide plata para la educación, la salud, o lo que sea; pero a nadie se le ocurre pensar en cual salud, en cual educación, en cual vivienda invertir; nadie pareciera percatarse que los educandos de hoy serán los reaccionarios del mañana, y no por mala fe, sino porque esa educación, ese deporte, ese estilo de consumo, los devolverán al pasado.

Los que manejan los medios de información, desde este lado de la revolución, sólo se preocupan de las formas. Unos se quieren parecer a CNN, otros a los franceses y otros a otros, pero ninguno quiere ser como nosotros. 

Todos piden desarrollar la agricultura y la cría, pero a nadie se le ocurre que la que existe sólo alimenta a la agroindustria internacional, a los transgénicos.

Todos piden proteger el medio ambiente pero los planes son para desarrollar las grandes industrias de la construcción, automovilística, petrolera, petroquímica etc.

Es claro que existen las excepciones, y es a estas excepcionales mayorías, a quienes va dirigida esta angustia, estas ignorancias, porque estoy convencido de que los sabios no podrán resolver el problema planteado, ellos están cómodos, no tienen necesidad de cambiar nada; en cambio nosotros, (los que de no cambiar el mundo social, estamos condenados a reproducirnos como pobres por los siglos de los siglos, si antes el capitalismo no acaba con el planeta) sí podemos y es nuestra responsabilidad, paciencia nos sobra y ganas de vivir también.

Toda esta tarea de amasar otro mundo, desde el corazón y para el corazón, no será posible hasta que la plaga de los guardianes, los protectores, los salvadores de la revolución, los sacrificados, los martirizados, los cobradores por tareas, los trepadores, los pensadores con cerebros prestados, los imitadores, los saltimbanquis revolucionarios, los charlatanes, los ofrecedores de cielo, los que creen que se la están comiendo, los demagogos, los vendedores de milagros, los pedigüeños, los que creen que el Estado les resolverá la vida, no desaparezcan. Específicamente la cultura que somos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario